Oh, Señor y Dios nuestro,
revestido de nuestra humanidad
y bajado hasta nosotros con tu divinidad,
tú has elevado nuestra pequeñez
has ennoblecido nuestra postración,
has resucitado nuestra carne mortal!
Tú has perdonado nuestras culpas,
has borrado nuestros pecado,
has iluminado nuestra inteligencia
y has honrado nuestra pequeñez!
Oh, Señor y Dios nuestro,
por la sobreabundancia de tu generosidad,
nosotros te respondemos con el canto de acción de gracias
y con la adopción, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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