Dios te salve María Madre de Dios.
Madre Reina y Victoriosa
Estoy en tu mirada, enfermo,
con mucho miedo que no me animo a reconocer.
Ayuda Madre Admirable.
Que comprenda y sienta que no estoy solo,
que estás tu a mi lado como mi Madre.
Ayuda Madre Admirable.
Que abra mi corazón y deposite con confianza
todos mis sufrimientos miedos y miserias en el tuyo.
Ayuda Madre Admirable.
Tú que siempre me has amado y conocer el dolor,
dame fuerzas como mi Hermano Jesús,
en el camino del calvario.
Querida Madre Tres Veces Admirable.
Recibe mis amargos sufrimientos en el Santuario,
donde por amor, son transformados en gracia
que Tú derramas para gloria de la Santísima Trinidad.
Cobijados y aliviados en tus brazos,
transformado por tu amor, pueda, Madre,
servir como apóstol y participar con Cristo
en la salvación de las almas.
Por Amor a Ti, Dios Padre Misericordioso.
Y así, cuando llegue la tarde
en que sonriendo vengas a buscarme,
cante para siempre junto a Tí:
¡ Mi alma glorifica al Señor.
Y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador!
Porque puso sus ojos en la pequeñez de su esclava!
¡ Santo es su nombre!
Y su misericordia se derrama de generación en generación.
En tu poder y tu bondad fundo mi vida;
en ellos espero confiado como niño.
Madre Admirable, en ti y en tu Hijo en toda circunstancia
creo y confío ciegamente.
Amén.
Lávame, Señor y quedará más blanco que la nieve.
Señor, sudaste Sangre en el Huerto de los Olivos
y aceptaste la cruz tan pesada,
llena de pecados y dolores para salvarme.
Hoy tengo que aceptar la cruz de una operación
y los dolores que sufriré.
Jesús, Dios mío, haz que estos dolores aceptados con amor
puedan salvar las almas, las que Tú quieres que por mí sean salvadas.
Gracias Señor.
Consagración
Oh, Señora, mía, oh Madre mía.
Yo me ofrezco todo a Tí,
y en prueba de mi filial afecto
te consagro en este día:
mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón,
en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad
guárdame, defiéndeme, utilízame,
como instrumento y posesión tuya.
Amén.
Desde 1914 Schoenstatt es un lugar de gracias mariano. La Santísima Virgen quiere atraer a los hombres al Santuario y formarlos como miembros vivos de la iglesia de hoy.