Tu eres el dulce Dios,
Señor, eterno, lumbre,
consuelo y vida de mi corazón...
Cuanto más me acerco a Ti,
discierno que el gozo,
sin Ti es dolor.
Si tu no existieses,
el cielo sería infierno,
porque quien no vive contigo,
muere.
Tu eres aquel verdadero
y sumo Bien perfecto,
sin el cual se torna llanto
todo deleite...
Amén.
Jerónimo Savonarola.
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