Querido Santo, fuiste mundano y vanidoso,
pero te volviste humilde y pobre por amor a Jesús
y tuviste extraordinario amor hacia el Crucificado,
amor que se mostró en tu propio cuerpo con las huellas de
las Sagradas Llagas de Cristo.
En nuestra época egoísta y sensual,
cuánto necesitamos tu secreto que llevó
innumerables hombres y mujeres a imitarte.
Enséñanos también un gran valor hacia los
pobres y fiel lealtad al Vicario de Cristo.
Amén.
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