Alégrate, Reina del Cielo, aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según predijo, aleluya.
Ruega por nosotros a Dios, aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María, aleluya.
Porque ha resucitado Dios verdaderamente, aleluya.
Oh, Dios, que por la resurrección de tu Hijo,
nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo,
concédenos que por su Madre, la Virgen María,
alcancemos el goce de la vida eterna.
Por el mismo Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Nuestra Santa Madre Espiritual Virgen María, Madre de Jesucristo es nuestro refugio seguro para cuando tengamos dudas sobre nuestra fe, si somos escuchados y si debemos continuar en este camino lleno de obstáculos, es la persona que transformará nuestro corazón de piedra en un corazón humilde, dulce y amante de la gloria de Cristo. Dadme, oh Virgen! un corazón amante de la gloria de Cristo, herido por su eterno amor por mí.
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