Señora nuestra de Guadalupe,
rosa mística, intercede por la Iglesia,
protege al Santo Padre,
ayuda a todos los que te invocan en sus necesidades.
Puesto que tú eres la Virgen María
y Madre de Dios verdadero,
obtén para nosotros de tu santísimo Hijo
la gracia de una esperanza firme y segura
en medio de las amarguras de la vida,
un amor ardiente y el don de la perseverancia final.
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