Ohm Virgen Santísima, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia...
Abre nuestros corazones a las inmensas perspectivas
del Reino de Dios y de Anuncio del Evangelio a toda criatura.
En tu corazón de madre están siempre presentes
los muchos peligros y los muchos males' que aplastan
a los hombres y mujeres de nuestro tiempo...
Virgen valiente, inspira en nosotros fortaleza de ánimo
y confianza en Dios para que sepamos superar todos
los obstáculos que encontremos en el cumplimiento de
nuestra misión. Enséñanos a tratar las realidades del mundo
con un vivo sentido de responsabilidad cristiana
y en la gozosa esperanza de la venida del Reino de Dios,
de los nuevos cielos y de la nueva tierra.
Tú que junto a los Apóstoles has estado en oración en el Cenáculo
esperando la venida del Espíritu de Pentecostés,
Invoca su renovada efusión sobre todos los fieles laicos, hombres
y mujeres, para que correspondan plenamente a su vocación
y misión...Virgen Madre, guíanos y sostennos para que vivamos siempre
como auténticos hijos e hijas de la Iglesia de tu Hijo y podamos
contribuir a establecer sobre la tierra la civilización de la verdad y del amor,
según el deseo de Dios y para su gloria.
Amén.
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