Oh, Santo Ángel desde mi nacimiento tú has sido mi protector.
Hoy te entrego mi corazón, dáselo a mi Salvador Jesús
a quién debe pertenecer solamente.
Tu eres mi protector en la vida, sé tú también mi consolador
en la muerte. Fortalece mi fe, haz firme mi esperanzas, enciende
en mi el amor Divino.
Concédeme que no me perturbe la vida pasada, que no me
asuste la presente, que no me atemoricé la futura.
Fortaléceme en el combate de la muerte, exhórtame para la paciencia,
consérvame la paz. Alcánzame la gracia de que mi último alimento sea
la Sagrada Eucaristía, mis últimas palabras Jesús, María, José,
mi último respiro, un respiro de amor y tu presencia mi última consolación.
Amén.
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