¡O Jesús, fuerte León, Rey Inmortal e Invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas tanto morales como físicas, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: ¨Todo está consumado.¨
Por esta angustia y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
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