Dios te salve, María, llena eres de gracia.
el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
La oración nos ayuda a creer, esperar y amar, incluso cuando nos dificulta nuestra debilidad humana (San Juan Pablo II, Carta Novo incipiente 8-IV 1979, n.10).
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