Preciosa Señora Vestida de azul.
¡Enséñame a orar!
Dios fue tu pequeño niño,
¿dime, que le digo?
¿La alzarías alguna vez posándolo
en tu pecho tiernamente?
¿Le cantarías del mismo modo
que mi madre hacia conmigo?
¿Sujetaste su mano alguna noche?
¿Intentarías contarle
algunas historias del mundo?
¡Oh cuanto lloraría!
¿Crees que le importe si le cuento
algunas cosas?
¡Pequeñeses que pasan!
Y, las alas de los ángeles
¿hacen ruido?
¿Podrá escucharme si le hablo
en voz baja?
¿Me entenderá ahora?
Dímelo, pues tú lo sabes.
Preciosa Señora Vestida de azul.
¡Enséñame a orar!
Ya que Dios fue tu pequeño niño
y tú conoces el modo.
Amén.
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