La confesión es uno de los mayores beneficios de Dios al hombre. La malicia humana frustra muchas veces ese beneficio haciendo que el hombre no se confiese o no se confiese bien, o sea, con humildad, con dolor y con propósito de enmienda. Cristiano: para que el Señor pueda tener el consuelo de perdonarte, confiésate y confiésate bien.
Da al examen todo el tiempo que necesites para recordar tus pecados. Sobre todo, siente contrición sobre tus pecados con verdadero arrepentimiento y el propósito, en lo cual suelen faltar muchas personas, aun piadosas, que dan más importancia al examen que al dolor. Sé muy sincero y claro en la manifestación de tus culpas y cumple pronto y bien la penitencia.
Oración para antes del examen
Oh Dios, Padre de las luces, que ilumináis a todo hombre que viene al mundo, enviad a mi corazón un rayo de luz, de amor y de dolor para que pueda conocer los pecados contra Vos he cometido, concebir verdadero arrepentimiento de ellos, y confesarlos para obtener su perdón.
¡Oh María, que sois toda misericordia con los pecadores que quieren convertirse, ayudadme!
¡ Ángel Santo de mi guarda, glorioso San José, santo patrón, venid en mi ayuda y haced que conozca las ofensas inferidas a nuestro Dios, y que haga frutos dignos de penitencia!
Prepárate ahora de una manera inmediata para hacer una buena confesión, procura evitar la rutina y confiesa tus pecados, no como quien cuenta una historia, sino como quien se declara reo delante de Dios, a quien ha ofendido, quizá gravemente y muchas veces.
Examen de conciencia
1. ¿Te encomiendas a Dios? ¿Has hablado mal de las cosas de la religión? ¿Has leído libros prohibidos? ¿Has entrado a páginas de internet o jugado videojuegos con contenido que fomenta el pecado contra Dios, el prójimo y contra ti mismos? ¿Has escuchado música que alaba a Satanás o fomenta el odio, la orgía, o cualquier otro pecado mortal? ¿Los tienes en tu casa?
2.¿Dices malas palabras? ¿Alguna blasfemia? ¿Cuántas? ¿Haces juramentos o echas maldiciones?
3. ¿Has dejado alguna Misa en días de precepto? ¿La has oído sin devoción? ¿Has trabajado o hecho trabajar, sin grave causa, en días de fiesta? ¿Has profanado estos días con diversiones malas o peligrosas?
4.¿Obdedeces a tus padres o superiores? ¿Les das disgusto? ¿Si eres padre o madre, educas cristianamente tus hijos? ¿Los corriges y vigilas? ¿Le das libertad para entregarse a diversiones peligrosas o trasnochar?
5.¿Has hecho o deseado algún mal a otros?
6. ¿Has consentido voluntariamente en malos pensamientos o deseos? ¿Has hecho algo en contra de la pureza? ¿Viste con poca modestia? ¿Vas al cine o teatros escandalosos?
7. ¿Has quitado algo? ¿Has restituido lo que no era tuyo? ¿Has causado algún daño en bienes ajenos?
8. ¿Murmuras? ¿Criticas lo dicho o hechos de otros? ¿Mientes? ¿Has causado algún daño con esto? ¿Cumples con los ayunos y abstinencias de la iglesia? ¿Te dejas dominar por la soberbia, envidia, gula, pereza? ¿Procuras corregirte de tus defectos? ¿Cómo te portas con Dios, contigo mismo, con los demás? ¿Te confiesas con dolory propósito de enmienda?
Conocidos tus pecados procura arrepentirse sinceramente con un acto de contricción, la cual conseguirás rezando muy despacio y haciéndote cargo de lo que dice, el Acto de Contrición.
Afectos al Señor
Ponemos a continuación unos encendidos y fervorosos afectos de San Ligorio, que mucho pueden servirte para tener una contricción verdadera por el dolor de tus pecados y como estos han hecho daño a tu vida y se han convertido en el obstaculo para tener un encuentro personal con Jesucristo.
Léelos despacio y con el mismo espíritu con que han sido escritos. Pueden servir indistintamente para antes o después de la confesión, o para leerlos parte antes u parte despuúes de la misma.
Oh Jesús mío! por el aborrecimiento
que de mis pecados tuvísteis en el huerto de Getsemaní,
os ruego me deis un verdadero arrepentimiento de ellos.
Pecados míos malditos, os odio y detesto, porque
me habéis hecho perder la gracia de mi Señor.
Me arrepiento, Jesús mío, de haberos vuelto las espaldas;
¡Ojalá hubiese padecido cualquier desgracia antes que haberos ofendido...!
Párate unos momentos y reflexiona atentamente.
Dulce Redentor, al acordarme de los disgusto
que os he dado, no tanto
me hace llorar el infierno que he merecido,
como el amor que me habéis tenido;
y no es tan grande el fuego del infierno
que he merecido como el amor
que me habéis mostrado en la Pasión.
¿Cómo , Señor; sabiendo que Vos
os dejásteis atar, azotar, escupir el rostro
y colgar de una cruz, por mí,
he podido despreciar tantas veces vuestro amor
y volveros las espaldas?
Señor, quisiera morir de dolor;
me arrepiento de mis pecados
y me duelen sobre todo otro mal.
Más que decir esto con los labios, medítalo de corazón.
Conozco el mal que he hecho separándome de Vos, os Sumo Bien.
Debí padecer cualquier tormento antes que ofenderos:
¿Que mal mayor pudo sucederme que perder vuestra gracia?
Jesús mío, no hay pena que me aflija,
lo que me aflije es haberos despreciado a Vos.
De cuando en cuando levanta tu vista a un Crucifijo.
Gracias mi Dios, por la dulce promesa que me hicísteis
de olvidar los pecados de quienes se arrepienten de haberos ofendido.
¡oh Dios mío! yo me ocupaba en ofenderos y Vos pensabais
en tener misericordia de mí; después del pecado yo no pensaba en
arrepentirme; yo he hecho cuanto he podido para condenarme y
Vos ne habéis colmado de favores para que no me condene.
Señor, me pesa de haber pecado y de haber merecido el infierno.
Dándote un golpe de pecho continuás diciendo:
Sois un bien infinito y os he despreciado;
sois mi Señor y os he perdido el respeto;
sois digno de amor infinito y os dado infinitos disgustos;
pero Vos habéis dicho que nunca despraciaréis al que de corazón
se humilla y se arrepiente; heme aquí, pues.
Me abrazo arrepentido a vuestra cruz y me duelo
con todo el corazón de haberos ofendido;
recibidme en vuestra gracia por la sangre que mí derramasteis.
¡Oh María, esperanza de los pecadores, obtenedme el perdón de
vuestro divino Hijo!
FRAGMENTO DEL SALMO 50
Tened piedad de mí, oh Dios, según la grandeza de vuestra misericordia.
Y según la muchedumbre de vuestras bondades borrad mis pecados,
Lavadme más y más de mi inquidad; y limpiadme de mi crimen.
Porque yo reconozco mi maldad; y delante de mi tengo siempre mi pecado.
He pecado contra Vos solo, he cometido la maldad delante de vuestros ojos.
Apartad vuestros ojos de mis pecados y borrad mis iniquidades.
***
Cread en mí, oh Dios, un corazón puro; y renovad en el fondo de mi ser
el espíritu de rectitud. No me arrojéis de vuestra presenciam ni retiréis de mí
vuestro santo espíritu. Restituídme la alegría de vuestro socorro y fortaleced con un
espírity magnánimo. Yo enseñaré vuestros caminos a los malos, y se convertirán a Vos los ímpios.
***
Oh Señor, Vos abrireis mis labios; y publicará mi lengua vuestras alabanzas.
El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios; no despreciaréis oh Dios mío,
un corazón contrito y humillado. Señor, por vuestra buena voluntad sed benigno conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.