Aprisa y con todo el anhelo de mi
corazón,
e invocando el inmenso amor que me tenéis
Y mostráis a los moribundos vengo a
vuestros pies,
benignísimo San José, a rogaros por ese pobre enfermo,
que está
luchando con las ansias de la muerte.
Vos conocéis bien los peligros que cercan a las almas
en tan críticos
instantes, el abatimiento
y las tentaciones que ellas experimentan,
los
supremos esfuerzos que hacen el infierno por ganarlas…
¿Qué será de él si no estáis Vos
con su
ángel de la guarda a la cabecera de la cama,
alentándole, avivando su fe,
esperanza y caridad y el dolor de sus pecados,
y dispuesto a recoger su
espíritu, cuando le exhale?
Allí entorno
están todos sus enemigos, ¿Y vos lo dejarais solo con ellos?
No me separare de vuestras plantas, poderoso
Santo,
sin obtener alguna prenda de que la ayudaréis eficazmente a salvar su
alma.
! Oh si la tendré! Porque
cosa mejor, más necesaria más urgente,
más conforme a nuestros deseos
y más
propia de vuestro patrocinio, no puedo pedírosla.
Y por cuanto pudiera ser obstáculos sus
pecados,
os pido por él con toda mi alma el perdón de todos ellos,
y os
ofrezco, en lo que valgan, mis penitencias,
y las que vos mismos, las que María
y sobre todo la que Jesús por nosotros hizo,
que, si pudiera salvar un mundo
con más razón
podrá salvar esta alma si le son aplicadas, como espero.
Amén
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