Yo reconozco mis errores y me doblego a los rigores de la más pura contrición;
no es una cueva de rencores mi corazón.
Sino una gota de veneno, he sido malo por ser bueno; fuera más noble mi actitud,
pero perdí el ritmo sereno de la virtud...
Me mis funestos destinos, el viejo mal de los molinos de viento ha sido el más fatal:
Ser Don Quijote en los caminos del bien y el mal.
Porque de bienes y males, divinas manos paternales de Don Quijote celestial
llevan cuentas muy cabales a cada cual.
¡Oh Dios mío, dame el regocijo del hombre justo, el rumbo fijo,
de quién te sigue nada más. Quiero sembrar para mí hijo,
que viene atrás.
¨No juzguen a otros, para que Dios no los juzgues a ustedes.
Pues Dios los juzgarás a ustedes de la misma manera que ustedes juzgan a otros¨
(Mt 7, 1-2)
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