Madre, vengo del tumulto de la vida.
El cansancio me invade todo el cuerpo y sobre todo el alma.
Es tan difícil aceptar con paz todo lo que sucede alrededor
de uno durante una jornada de trabajo y lucha....
Las cosas en las que habíamos depositado tanta ilusión, decepcionan.
Las personas a las que queremos entregar bondad, nos rechazan.
Y aquellas otras a las que acudimos en una necesidad, intentan sacar provecho.
Por eso vengo a Ti, oh Madre, porque dentro de mí camina un niño inseguro.
Pero junto a Ti me siento fuerte y confiado.
Sólo el pensar que tengo una madre como Tú (la Santa Virgen María),
me da ánimo. Me siento apoyado en tu brazo y guiado por tu mano.
De esta manera puedo, con tranquilidad, retomar el camino.
Renuévame por completo para que consiga ver lo hermosa de la vida.
Levántame para que pueda caminar sin miedo.
Dame tu mano para que acierte siempre con mi camino.
Dame tu bendición, para que mi presencia sea, en medio del mundo,
un signo de tu bendición.
Amén.
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