Padre, fuete de luz y calor, envíanos tu palabra viva,
y haz que la aceptemos sin miedo y
aceptemos ser abrazados por ella.
Venga tu palabra, Señor, y una vez encendido
en nuestros corazones tu fuego inextinguible,
nosotros mismos seremos portadores de ese fuego
una para otros.
Tómanos, Señor, en palabras cálidas
y luminosas, capaces de incendiar el mundo,
a fin de que cada hombre pueda sentirse
cercado por las llamas infinitas de tu amor.
Amén.
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