¡Oh María, María , Templo de la Trinidad! ¡Oh María, portadora del fuego!
María, que ofreces misericordia, que germinas el fruto, que redimes el género humano, porque, sufriendo la carne tuya en el Verbo, fue nuevamente redimido el mundo.
¡Oh María, Tierra fértil! Eres la nueva planta de la que recibimos la fragante Rosa del Verbo, Unigénito Hijo de Dios, pues en Ti, tierra fértil, fue sembrado ese Verbo. Eres la tierra y la planta.
¡Oh María, carro de fuego! Tú que llevaste el fuego escondido y velado bajo el polvo de tu humanidad.
¡Oh María, Vaso de Humildad en el que está y arde la luz del verdadero conocimiento con que te elevaste sobre ti misma, y por eso agradaste al Padre Eterno y te raptó y te llevo a sí, amándote con singular amor.
¡Oh María, dulcísimo amor mío! En ti esta escrito el Verbo del que recibimos la doctrina de la Vida...
¡Oh María! Bendita Tú entre las mujeres por siglos de los siglos.
Amén.
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